El martes fue el día del debate a siete. Ese al que no fue Teresa Rodríguez. Ni Susana Díaz. Ni Moreno Bonilla.
¿Tres mejor que siete o siete mejor que tres? En realidad, ni uno ni otro debate proporcionaron grandes momentos y en el debate múltiple de ayer el gran protagonista fue el reloj. El turno de intervenciones de un minuto dio dinamismo pero eliminó las interacciones por lo que tuvimos decenas de monólogos y muy poco debate en cuanto a contraposición de conceptos y posiciones.
La consigna de algunos estaba clara, llamar la atención y en eso se especializó Martín de la Herrán que hizo tanto show que incluso algunos pidieron en las redes que le hicieran el control antidoping.
Mención especial merece Antonio Maíllo que fue el único que repitió el debate del lunes y el del martes. Meritorio y remarcable aunque los mal pensados pueden señalar que su hábitat natual, más que en el debate del lunes, se encontraba en el del martes.
Tres suplentes y cuatro titulares jugaron el partido a siete. Tres y cuatro pero todos varones. Dos con corbate, dos sin chaqueta, dos con pantalones vaqueros... Pero ninguna mujer. Se ve que ya se acabó aquello del 8M y no había posibilidad de que ninguna mujer representase a alguno de los partidos que se presentan a las elecciones autonómicas.
Hace unos cuantos días a los candidatos (a casi todos) se les llenaba la boca hablando de igualdad pero la realidad es que, cuando toca hablar a quienes quieren gobernar Andalucía, la mayoría de las voces, en este caso la totalidad, son masculinas.
Que sí, que ya sé que hay dos candidatas mujeres y que sus números dos son varones. Que en las otras cinco candidaturas las cabeza de lista son varones. Todos llevan razón y probablemente se trate de una triste causalidad. Pero la imagen de ayer de siete varones discutiendo sobre Andalucía es una de esas imágenes excluyentes del 50% de la población.
No hay peor enemigo que un compañero de partido. Esto es vieja política, tal y como vemos día sí y día también en el PP de Madrid. Pero también se aplica a la nueva política como acabamos de ver en Podemos Cádiz. Tres miembros del Consejo Municipal (se llame como se llame ese órgano) dejan sus cargos con gran algarada y ruido, que si uno se va no puede irse discretamente porque no le convence el cariz de los acontecimientos, ha de irse formando el máximo jaleo.
Los que se van critican algo que se veía venir, que en Cádiz IA controla Podemos. La razón del enfrentamiento es la negativa a converger de Podemos con Ganemos. En esto creo que llevan razón los que se van. Es una oportunidad histórica perdida pero clara, mientras que en Madrid Podemos presenta a personas de la valía de Manuela Carmena, aquí está controlado por personas con otra trayectoria personal mucho menos relevante.
A todo esto, lo que me resulta más curioso es que algunos de los que van han sido señalados por activa y por pasiva como los principales responsables de que Podemos Cádiz no quiera converger con Ganemos Cádiz.
Susana Díaz, a la que no le gusta que le digan bonita, aunque sea de parte de otra mujer, le echó en cara a Teresa Rodríguez no acudir al debate y la comparó con Arenas que no quiso debatir hace cuatro años con Griñán. Ciertamente, no sé si Teresa debiera haber ido al debate a siete. Creo que Jesús Rodríguez es un tipo resolutivo, aunque a mi me pueda parecer bastante dogmático.
De todas formas, lo que más llama la atención es que quien echó en cara a Teresa no haber ido al debate... TAMPOCO FUE AL DEBATE. Porque tan candidata es Susana Díaz como Teresa Rodríguez. Es curioso esta nueva vara de medir que tiene el susanismo. Han mantenido a imputados en la Diputación Permanente pero cargan contra los que los tienen en las listas. No va al debate y critica a quien hace como ella. Todo muy coherente.
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