martes, 14 de enero de 2014

On air: Muerta en vida

Foto de una de las meriendas de la Tercera Edad que
ofrece el Ayuntamiento de Cádiz
A petición de mi público, y con algo de retraso, cuelgo la columna del pasado jueves en Radio Cádiz. En esta ocasión ha tocado volver a hablar de la pérdida de población en la capital gaditana. Ya sé que es un tema en el que me he reiterado pero es que con la misma reiteración ha sido negado por el poder municipal. De todas formas, mejor que este artículo mío es La ciudad menguante de mi compañero Lorenzo Benítez.

Disculpen que me reitere en el tema pero es que me hierve la sangre ver que desde el poder se quiere negar la realidad. Como si mostrarnos un mundo diferente por las pantallas fuera a cambiar lo que vemos, que cierran aulas de colegios, que no hay gente joven, que la vivienda sigue en precios desorbitados, que se cuentan por miles las vacías, por centenares los locales en desuso y por decenas los solares abandonados.  
Lo explicaba perfectamente el Diario de Cádiz este domingo. Un ejemplar, por cierto, que hay que conservar como oro en paño puesto que supone el primer ataque frontal y directo al teofilismo en los últimos 20 años. Aquel dominical contenía el reconocimiento del declive de Martínez, una magnífica entrevista a Rafael Garófano, hombre inteligente y cabal que pone en evidencia, más si cabe, el nivel de los palmeros de Teófila. Pero, en lo que interesa hoy, aquel periódico contiene un análisis sobre los datos de población, esos que se tratan de negar desde San Juan de Dios. 
Y esos datos nos dicen que desde el 96 a ahora Cádiz ha perdido casi un 15% de población frente al crecimiento de todos los municipios de nuestro entorno. Que en este tiempo los menores de 35 años han pasado de ser más de la mitad de la población a una tercera parte y que los mayores de 65 años son ya 1 de cada 5. En definitiva, que hay más ancianos que niños. 
Tenemos una alta densidad de población y pocas zonas donde crecer porque, precisamente, en estos años hemos agotado la que teníamos, los terrenos ociosos de Astilleros y eso no ha servido para que se revierta una tendencia que nos condena: la despoblación y el envejecimiento.  
Los datos son duros, pero lo peor es la demagogia. Que nos digan que los 21000 que ya no viven en Cádiz se han ido a vivir a unifamiliares porque no quieren vivir aquí Precisamente, el gran dolor que supone esta diáspora gaditana es que todos están deseando volver. No es turismo, es emigración. Porque igual que me pasa a mi, la inmensa mayoría de los lectores conoceran a alguien, no a uno sino a muchos, que hoy vive en el Río San Pedro o en Camposoto y está deseando regresar a su Cádiz todos los días. Y conocen a otros cuantos que se fueron a Madrid, a Castellón o mucho más lejos y que lo cambian todo por la luz de su Cádiz. 
Cualquier lugar sin jóvenes, sin niños tiene condenado su futuro. Es más fácil de gobernar, menos activos, más sumisos, pero no tiene mañana. Por favor, señora Martínez, no nos tome por tontos. Por mucho que usted esté subida al mástil, por mucho que en las fotos nos quiera vender otra cosa, este barco se hunde. Perdón por la reiteración, perdón por el tono apocalíptico, pero mi ciudad se muere. 

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