viernes, 14 de junio de 2013

On air: Coherencia sindical

Salvador Mera, reelegido Secretario provincial de UGT
a pesar de los pesares
Una de las cosas que siempre achacan los políticos de izquierdas (o seudoizquierdas como el PSOE) a los votantes progresistas es ser muy críticos con sus gobernantes. Puede que sea verdad, pero no creo que sea un defecto sino un elemento positivo. Como dice un buen amigo mío, si queremos cambiar el mundo tenemos que empezar a cambiarnos nosotros. Y ese nosotros debe extenderse a las personas que nos rodean, a las que nos representan y a las que luchan por nuestros ideales. Por eso no dejo de ser crítico con los sindicatos. No se trata de hacerle el juego a la derecha neoliberal, pero sí exigir un mejor comportamiento y una mayor coherencia. A eso le dediqué mi columna ayer.

El proceso de precarización y empobrecimiento de la clase obrera que vivimos no es fruto de la casualidad. Es una maniobra orquestada por el poder económico, que ha considerado que el Estado del Bienestar no le permite maximizar sus beneficios y ha decidido destruirlo. Dentro de esta maniobra dos campañas de opinión han resultado fundamentales.
Por un lado, se nos hizo creer que no formábamos parte de un grupo, a la empleada de banca, al enfermero, al oficinista, a la profesora de universidad…  se les hurtó la conciencia de clase prometiéndonos una clase media que sólo alcanzábamos mediante el banco. En paralelo, se desarrolló una corriente de destrucción del movimiento sindical. El sindicalismo, el sindicalismo de clase como tal, es esencial para el mantenimiento de una conciencia obrera, y por eso el neoliberalismo más radical lo ha identificado con las estructuras de los grandes sindicatos que, en muchos casos, están anquilosadas, burocratizadas y adormecidas.
Precisamente la importancia de los sindicatos dentro de la clase obrera nos obliga a ser especialmente exigentes con su coherencia y sus comportamientos sin que ello pueda suponer compartir con la derecha neoliberal su destrucción, sino, al contrario, su fortalecimiento.
Con este espíritu crítico, me llamó tanto la atención que cuando el Comité de Expertos que ha propuesto reformar las pensiones de tal forma que los pensionistas de hoy y de mañana pierdan poder adquisitivo uno de los firmantes de ese informe era el responsable del Gabinete económico de Comisiones Obreras. No se explica que quien representa a una fuerza del movimiento sindical respalde con su firma unas medidas que suponen agravar el empobrecimiento de quienes cobran pensión ahora y dificultar que otros las cobremos en el futuro.
Casi tanto como eso me sorprendió que en el último congreso provincial del otro sindicato mayoritario, la UGT, resultase reelegido el secretario provincial, especialmente habida cuenta de que el candidato está, presuntamente implicado en la trama de los EREs. Podemos entender que a este tipo de organizaciones y al calor del dinero público se arrimen personajes poco deseables, pero cuesta más comprender que la propia organización no ponga barreras ante posibles giros de guión. No quiero imaginar cómo quedaría la imagen de UGT Cádiz si al final Alaya imputa a Mera. Pero parece que eso no les importa a los propios delegados de UGT.
La próxima vez que haya que salir a la calle por los derechos de los trabajadores junto con los sindicatos, allí estaré, pero eso no quita para que desee que dentro de este movimiento de reforma democrática al que debe someterse España, algún día también le toque a los sindicatos, lo que contribuirá a retomar con más fuerza el movimiento sindical.

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