martes, 22 de enero de 2013

On air: Gresca sanitaria

Las enfermeras de Pascual. Foto: estrelladigital

Siempre me ha resultado sorprendente la actitud del PSOE en relación con los conciertos sanitarios y educativos. Unos y otros los han mantenido sin practicar esa política de izquierdas que predican cuando están en la oposición. Esta vez ha sido el PP de Madrid el que se lo ha echado en cara. En concreto, los conciertos con Pascual en la provincia de Cádiz. Es evidente que el PP tiene mucho que callar a este respecto, pero el PSOE podría empezar a aplicar las políticas que exige que apliquen los demás.

Andan el Partido Popular y el Partido Socialista a la gresca por el tema sanitario. Como este sistema nuestro es como es, el enfrentamiento político lo dilucidan a través de dos Comunidades Autónomas y nos encontramos a la Comunidad de Madrid y a la Junta de Andalucía echándose en cara sus fórmulas de gestión de la sanidad pública. 
Todo empezó cuando el consejero de Madrid recordó la cantidad de hospitales de gestión privada que hay en Andalucía y, concretamente, en Cádiz. Los socialistas, ahora a la cabeza de las manifestaciones contra la privatización sanitaria, pusieron el grito en el cielo. No es lo mismo, no es lo mismo, decían. Y puede que sea verdad.  
Porque la reforma sanitaria en Madrid es la máxima perversión del sistema. Un hospital construido con fondos públicos, financiado con los impuestos de los madrileños, y también en una parte con nuestros impuestos; un hospital de esos se le entrega a la gestión de empresas privadas que pretenden obtener beneficios a costa de la salud. Todo se ensucia aún más si tenemos en cuenta los vínculos entre los propietarios y gestores de las empresas que reciben los hospitales y la cúpula del Partido Popular. 
La duda es cómo obtienen los beneficios las empresas privadas que gestionan un servicio público como la sanidad que es, presuntamente, deficitario. Se habla de eficiencia, de eficacia y no sé cuántos neologismos liberalistas más, pero en Cádiz le podemos explicar que no. Que se trata simplemente de empeorar la atención, masificar los servicios y hacer recaer en los derechos de sus trabajadores y en el tiempo, la paciencia y la salud de los usuarios el balance del empresario. Cualquiera que haya sido atendido en Puerta del Mar y en San Rafael sabe de lo que le hablo. 
Es verdad que la situación andaluza no es idéntica. Aquí los hospitales ya estaban, no se han construido con los impuestos pero sí que se están alimentando e, incluso, salvando con las dotaciones económicas que salen del presupuesto público para abonar cada cita que el SAS desvía a Pascual. 
Y aunque el sistema no sea exactamente el mismo no estaría mal que ahora que el Mar Moreno se ha dado cuenta de que la gestión concertada supone un riesgo para la sanidad pública, universal y gratuita se proponga cambiarlo. La excusa de que sale más barato no sirve. Si en su momento, en lugar de seguir financiando a un empresario concreto se hubiera propuesto la construcción de nuevos centros íntegramente públicos los beneficios serían notables. Porque los beneficios de salud no se miden únicamente en términos económicos. O, al menos, eso es lo que debería pensar un político de izquierdas.

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