jueves, 22 de marzo de 2012

On air: Apropiación indebida

A pesar de mi doble vida como profesor de Derecho Penal, no he dedicado la columna de hoy a la interpretación del artículo 252. Más bien he realizado algunas reflexiones que tenía clavadas en relación con los actos del Bicentenario y algunas imágenes que hemos podido ver.


Pasó el día más esperado por los gaditanos de las últimas décadas. El 19 de marzo de 2012 se fue para siempre y nos dejó multitud de imágenes. Hubo imágenes poco vistas en los medios pero que también existieron. Fue el caso de la manifestación organizada por la Plataforma Ciudadanía 2012 contra el Bicentenario. Para muchos, ni aquel texto constitucional ni la realidad con la que nos encontramos hoy día tienen mucho que celebrar.
La mayoría no piensa como este grupo y las imágenes que más destacaron del fin de semana fueron las de la gente. Gente por todos sitios, una marea de cabezas descendiendo por la Cuesta de las Calesas, llenando la Plaza de España, en la cola de la Casa Pinillos. La imagen de la exposición de la Casa Pinillos es otra de las destacadas, aunque hay que darse prisa que el 30 de mayo la cierran, por mucho que nos hayan contado que el Bicentenario duraba todo el año.
Hubo imágenes también curiosas como la del sucesor de Fernando VII, un Borbón como aquel, presidiendo los actos de conmemoración de la Constitución que su antecesor derogó y persiguió. Es el signo de los tiempos y la lógica de una monarquía que mejora su relación con la ciudadanía.
Pero de todas, si tengo que destacar una imagen es la de Nuestra querida y nunca suficientemente bien ponderada Señora Alcaldesa en la portada de una revista travestida de Constitución. La imagen supera la anécdota poco afortunada para convertirse en un símbolo. Un símbolo de lo que ha sido este Bicentenario, la voluntad por parte de los populares de apoderarse de la celebración. Llevan años equiparando su liberalismo económico con aquel liberalismo intelectual del Doce. Es de mezquinos mirar el pasado con los ojos del presente, pero, en todo caso, Arenas, Aguirre o Sanz estarían más cerca de los absolutistas que de aquellos que aprobaron el texto constitucional.
Teófila, que es una política y no el símbolo de Cádiz, por mucho que ella se empeñe, equipara su imagen a la del Monumento de Las Cortes como si ella fuera aquella Constitución. En la misma línea en la que Mariano Rajoy, en un discurso institucional, nos suelta la milonga de que los doceañistas eran reformistas que buscaban el cambio. Como si Argüelles hubiera aprobado la reforma laboral. 
Ha sido el gran problema de nuestra celebración, la falta de lealtad institucional, el revanchismo, la apropiación indebida de unos símbolos que nos debieran pertenecer a todos pero que han sido mancillados en lo que son y en lo que representan. La imagen es que la Constitución del Doce está ahora más mojosa que nunca.

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