jueves, 29 de diciembre de 2011

On air: 2011 el año que nos indignamos

En la última columna del 2011 quería hacer un breve repaso sobre el año que se nos va. Hubo muchos momentos, muchos días que escoger. El 20N, el 19O, el 22M. De todos, sin embargo, he escogido uno de esperanza. El día 15 del mes de mayo. Para mi, el 2011 será el año que nos indignamos. O mejor dicho, el año que demostramos que estábamos indignados.
Se acaba el 2011, el año que debía preceder al ilusionante Doce y que se tendrá que conformar con anteceder a un nuevo año de crisis y decepción. Pero antes de entrar en el Doce, antes de introducirnos en el año que debía cambiar Cádiz y que si no cambia mucho no cambiará nada, es un buen momento para volver la vista atrás sobre este 2011.
No es fácil quedarnos con una sola cuestión de este año que se acaba. El año en el que Rajoy llegó al poder demostrando que el que la sigue la consigue. El año en el que un plebeyo con la mano floja puso en cuestión a la monarquía española. El año que ETA comunicó que dejaba de matar mientras los abertzales regresaban al Congreso. El año en el que 60 mujeres fueron asesinadas por machistas. El año de los cinco millones de parados. El año de los EREs, del juicio de la Gürtel, de los mercados, de los tecnócratas, de las agencias de calificación, de la debacle socialista,...
Sin embargo, para mi, el año 2011 será el año del 15M, el año en el que la indignación superó las fronteras del sofá y el ordenador y alcanzó las plazas y calles de España. El ejemplo de la primavera árabe sirvió de inspiración para esos ciudadanos españoles que luchaban contra otro tipo de régimen. Un régimen económico sustentado en el empobrecimiento de los más pobres, en la negación de las expectativas a los jóvenes, en el debilitamiento de las garantías de la clase obrera,… Un régimen bancario que toma el dinero público para cubrir sus riesgos mientras enriquece a sus ejecutivos y desahucia a miles de familias de trabajadores. Un régimen político basado en un bipartidismo feroz que se ha construido sobre la base de la propaganda alejando al ciudadano de las esferas del poder.
El 15M se ha planteado como una alternativa pacífica, democrática y asamblearia que responde así al vacío institucional generado por aquellos políticos de sueldo que se acuerdan de los votantes cada cuatro años pero que después cuando surgen los problemas, se olvidan de los ciudadanos, cerrándoles las puertas de los parlamentos y los ayuntamientos.
Puede que algunos digan que el 15M no ha servido de nada; que al final, la respuesta al movimiento de la gente ha sido un gobierno que anuncia más recortes y en el que el ministro de economía era miembro de una de esas agencias de calificación que han arruinado Europa. Yo creo que no, que esta es una tendencia más profunda que se ha inoculado en la sociedad española y no tendrá vuelta atrás. Eso aunque haya políticos que no se dan cuenta. Como los que el otro día, en el pleno del Ayuntamiento, mandaron a la policía para expulsar de la casa de los gaditanos a unas trabajadoras que reclamaban su salario. Esos políticos y sus métodos forman ya parte del pasado en el 2011.

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