jueves, 17 de noviembre de 2011

On air: Voto. Votad. Votemos. Voten.

Imagen de elecodepinoso.es
Sólo quedan tres días para el domingo electoral y, por eso, mi columna tenía que versar sobre las  elecciones. De hecho, he aprovechado ese espacio radiofónico para pedir el voto. No para mi ni para nadie, sino para reclamar el ejercicio de ese derecho ciudadano. Es verdad que debe venir acompañado de otros derechos y otros ejercicios, pero, también, que la abstención no cambia nada.


No, a mi tampoco me gusta la ley electoral, esa que hace que haya un diputado para cada treinta mil electores en Soria y que aquí en Cádiz cada escaño represente a ciento veinte mil ciudadanos.
De todas formas, tampoco me agrada esa idea de la democracia representativa según la cual nosotros los representados escogemos a nuestro representante pero tal y como se sienta en su sillón el representante se olvida de quienes lo votaron y se somete a la disciplina partidista en ocasiones, incluso, por encima de su propia conciencia.
No me ha gustado la campaña. No me interesó el cara a cara más allá de las anécdotas que retrataron al osado que habla de lo que no sabe y al cántabro cunero en Cádiz. Y es que no entiendo a un candidato que propone ahora todo aquello que no fue capaz de hacer cuando estaba en el gobierno. No me convence un partido que quiere renovarse y vuelve a presentar a los mismos candidatos que llevan tanto tiempo en la vida política como yo en el mundo.
Como no me creo a un líder que no es capaz de someterse a una rueda de prensa en toda la campaña, que no quiere decir lo que va a hacer, que cantinflea con la felicidad y la confianza. No me fío de una señora que habla de austeridad mientras que en su Ayuntamiento las deudas a los proveedores y a las empresas que contratan a su personal crecen y crecen.
No confío en esos partidos que van de modernos, de colorines y su líder es una señora que lleva treinta años en el cargo público, alguien que pide renovación a los demás pero no la propia y en cuyo partido centralista caben antiguos nacionalistas y modernos extremistas.
No soporto el bipartidismo, no sé para qué sirve el senado ni los senadores, no me resigno a que haya cinco millones de parados y que la mitad de los jóvenes estén en paro, no tolero que el fraude fiscal esté en torno al 25%...
Sinceramente, sobran las razones para decir que no, para no ir a votar, para pasar el domingo en casa resguardados de la lluvia, escondidos de una política que cada vez a todos nos gusta menos. Pero, pese a todo, el día 20 acudiré al colegio electoral y depositaré mi voto en la urna. Es mi sugerencia, mi recomendación, mi petición, incluso. Voten pensando en el futuro. Voten a quien consideren oportuno, a aquellos de los que no me fío o a otros. Porque esta democracia tiene muchos errores que es necesario corregir, pero resulta mucho mejor que una dictadura, sea la de una persona o la de la economía. Por eso, la vía fundamental para legitimarnos como ciudadanos es ir a votar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario