jueves, 3 de noviembre de 2011

On air: Viva Santa María del Mar libre


Vista panorámica de Santa María del Mar.
Foto del gran Miguel Gómez para La Voz.

Esta mañana me he desayunado con la noticia de que va a reabrirse la Plaza de Santa María del Mar. después de haberla visto varias veces cuando salgo a correr y haber comprobado que el restaurante mirador previsto se ha ubicado en los bajos y no en el centro de la plaza, me parece una buena noticia que confirma que, de vez en cuando, protestar sirve de algo.
He leído en la prensa de esta mañana que hoy se vuelve a abrir la Plaza de Santa María del Mar. Supongo que queda menos para que retiren las vallas del Paseo del Vendaval, pero, por de pronto, ya tendremos disponible ese mirador privilegiado del inmenso océano que disfrutamos en Cádiz.
Se va a abrir la plaza gracias a la financiación del plan Proteja de la Junta de Andalucía -esa que no hace nada por Cádiz-. Pero, lo más importante es que se abre la plaza pública y libre, sin la privatización del espacio común que suponía montar aquel mamotreto en forma de quiosco que los gobernantes municipales, auspiciados por un empresario amigo, habían previsto instalar allí.
Porque hace tres años en el centro de la plaza de Santa María del Mar había previsto un quiosco. Como en el Paseo Marítimo de la Barriada de la Paz, en La Caleta y en el Parque de Varela. Eran quioscos fácilmente desmontables, ¿recuerdan? Pero ahora que el de Varela se ha quedado sin negocio por el fracaso de su proyecto hostelero, no hemos visto a nadie con las herramientas para desmontarlo.
De todos aquellos quioscos el que llamaba más la atención era el de Santa María del Mar. Por su privilegiada ubicación, porque en los bajos de la plaza había espacio para el equipamiento y porque detrás de todo estaba un hostelero muy cercano al régimen. Ese que calificó a los que protestamos contra aquella usurpación del espacio público de viejos y jipis ¿recuerdan?
Como yo no estaba en ninguna de las dos categorías, puedo alegrarme hoy, varios años después, de que nos saliéramos con la nuestra. De que aquella plaza se reurbanice sin regalársela a nadie, sino para el disfrute de los gaditanos y los que nos visitan.
Una vez más, se demuestra que quejarse sirve de algo. Que nuestro compromiso ciudadano no se detiene con votar en las elecciones sino que debe ser exigente. Hoy, tres años después, ese compromiso se mantiene, polarizado en el gran contenedor que denominan 15 M y que sirve para exigir un espacio público en el barrio de La Viña, la apertura del Centro de Día de Mayores o la recuperación del edificio de Valcárcel.
Quedan tantos espacios que salvar y recuperar, pero de vez en cuando sirve recodar que antes del 15M ya había movimientos ciudadanos en la calle exigiendo lo que consideran mejor para la ciudad. En La Caleta, con el tranvía, la Aduana o Santa María del Mar. En ocasiones, incluso, estos movimientos logran hacer rectificar al siempre reticente teofilismo. Me alegro.

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