jueves, 10 de noviembre de 2011

On air: El ejemplo de Barbate


El Faro de Trafalgar en el término municipal de Barbate
Foto: laspain.com

Después de escuchar las declaraciones que hacía el otro día Rafael Quirós en Radio Cádiz sólo pude pensar que ya tiene que estar harto, cansado y desesperado para cargar de esa forma contra los de su propio partido. Por eso, desde aquel día pensé que Quirós y Barbate se merecían mi columna de esta semana.

Los veranos de mi infancia son recuerdos de la casa familiar en los Caños de Meca, antes de que aquel enclave paradisíaco a medio camino entre Vejer, Barbate y Conil se masificara. Será por los baños en Zahora o Mangueta cuando era niño que le tengo un cariño especial a toda aquella zona. Por eso me desagrada particularmente ver lo que está pasando con el Ayuntamiento de Barbate.
El derecho al salario de un trabajador es un derecho sagrado y trabajar durante cuatro meses sin cobrar supone una quiebra absoluta en la economía de cualquier familia. Cuando eso pasa en una empresa privada se tratan de abrir nuevas vías de negocio para aumentar los ingresos o se produce el cierre. Pero, cuando eso ocurre en un Ayuntamiento, ¿qué se puede hacer?
Es la pregunta que se hace el alcalde de Barbate Rafael Quirós. Vaya por delante que no conozco de absolutamente nada al primer edil barbateño, pero admiro su determinación. Admiro que se haya puesto el mundo por montera, que se haya olvidado del carné de su partido y que, en pleno período electoral, haya gritado a los cuatro vientos que los que dicen que son sus compañeros de siglas lo están ignorando, le están haciendo el vacío, están condenando a Barbate a la ruina permanente.
La culpa no es de Quirós, ni de aquellos que ignoran a Quirós. La culpa es de los que gobernaron antes Barbate. Es cierto que sobre Barbate pesan varias losas, especialmente la de la servidumbre militar, pero hubo alcaldes y concejales que asumieron gastos por encima de las posibilidades del municipio, que contrajeron las deudas que ahora no se pueden pagar. Esos están ahora cada uno en su casa, tan tranquilos.
De momento en Barbate hay un compromiso común de sacar el Ayuntamiento adelante. No importan las siglas, van todos a una. Esperemos que lo consigan, porque en una cultura económica como la nuestra los municipios son el principal motor del sustento de una localidad.
El caso de Barbate nos muestra muchas cosas. Una, que hay que repensar la financiación municipal. Otra, que hay que exigir responsabilidades no sólo a los que meten la mano en la caja común sino también a los que despilfarran los recursos municipales, en Barbate, en La Línea o en El Puerto de Santa María. Pero también nos enseña que, a veces, los políticos están casados con sus ideas y no con sus siglas. Probablemente, si hubiera más políticos así, habría menos desapego hacia la clase política. Aunque esos políticos díscolos no interesan a las grandes maquinarias partidistas.

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