jueves, 15 de septiembre de 2011

On air: Pobre pero español


La ilustración es del gran Kalvellido.
La columna de hoy nació gracias al Festival Aéreo del domingo. Por huir del ruido, me di un paseo hasta Cádiz y por el camino me encontré a Paco. Un pobre de solemnidad, un pobre de pedir, pero español, a mucha honra. No como esos pobres que trabajan 12 horas al día cuidando a viejos y cobran 600 euros al mes, pero no son españoles.

La crisis, la maldita e interminable crisis ha convertido un paseo por la Avenida en un auténtico recorrido por las caras de la pobreza. Las caras de los que duermen en la calle, de los que se sientan en el suelo a pedir como limosna lo que, en un tiempo pasado, ganaban trabajando.
Hay de todo, desde luego. Como ese hombre de bigote que acude a su puesto en La Caixa bien vestido, duchado, con el periódico y la radio y por querer mantener el decoro y la elegancia, se convierte en un testigo aún más incómodo de un pasado que fue mejor.
De todos, el otro día me llamó la atención uno que está por la zona de Bahía Blanca, frente al edificio de los Sindicatos. Un tipo que de tan enorme parece un oso, con el pelo largo y una notable falta de higiene. Un hombre que empuja un carrito de hipermercado en el que le cabe todo lo que le queda en la vida. Según un cartel que preside su carro, se llama Paco, es español y pide para comer.
Era la primera vez que veía a un pedigüeño apelar a la nacionalidad. Lo había visto en las ofertas de empleo, en las de alquileres de pisos,… pero nunca en un cartel de un limosnero. Ese cartel no deja de ser un anuncio, una forma de captar clientes, que en este caso compran miseria y ofrecen a cambio su caridad. La apelación a su condición de español no es más que la conciencia de que quienes pasan por allí prefieren dar unas monedas a uno de aquí que a uno de fuera. “Su limosna para los de aquí, señora”, podría traducirse. En estos casos siempre me hago la misma pregunta: ¿quiénes somos los de aquí? ¿Los españoles? ¿Los andaluces? ¿Los gaditanos? ¿Los que nos criamos en el barrio de Loreto?
No digo que Paco tenga nada contra los extranjeros que compiten en el mercado de la misericordia (desde los africanos que piden de pie hasta la alemana de la flauta en la calle San Francisco). Pero ese cartel es una auténtica radiografía social. Él sabe mejor que el Observatorio Permanente de las Migraciones hasta dónde llega el rechazo a los inmigrantes.
Es curioso, en esa misma zona es muy habitual ver a chicas bolivianas enganchadas del brazo de señoras enjoyadas, empujando sus sillas de ruedas, recogiendo a los hijos de otras del colegio. En definitiva, muchos de esos no españoles que permiten que los españoles que viven por allí puedan hacer su vida y olvidarse de sus ancianos y sus hijos a cambio de un sueldo escaso. Inmigrantes que trabajan y se ganan la vida como pueden en empleos que los españoles no quieren. Inmigrantes que pagan sus impuestos en España. Como los chinos, por cierto. Y al contrario que los ricos españoles.

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