jueves, 22 de septiembre de 2011

On air: Maestros de la escuela pública


Foto: Elpais.com

La columna de hoy es una reivindicación, una defensa de esos maestros de la escuela pública y de la propia enseñanza pública en sí misma. Porque yo soy niño de colegio público y creo que me enseñaron y me educaron mejor de lo que podrían haberlo hecho en ningún otro sitio.

Ahora que están en el disparadero para tapar las carencias de los políticos de turno quiero reivindicar la figura del maestro. Recuerdo tres que me marcaron. La primera, Angelita que durante cinco años nos enseñó historia, pero, sobre todo, a ver el mundo, a ocuparnos y a preocuparnos de lo que ocurría a nuestro alrededor. Después, en el instituto, tuve la suerte de que Jose María García López, que por entonces ya acumulaba varios premios literarios, compartiera con nosotros algunos de sus libros preferidos y nos transmitiera su sensibilidad de poeta. También recuerdo especialmente a Carmen Martín, que a través de las matemáticas me enseñó que para alcanzar las metas había que ser disciplinado, ordenado y autoexigente.

Son sólo tres de los muchos que empeñaron su tiempo en educarnos. También conocí a otros peores. Como he conocido a abogados mediocres o a periodistas incapaces. Pero incluso de aquellos que resultaban menos hábiles para la enseñanza aprendí la importancia de estar satisfecho con el trabajo para poder dar lo máximo.

Todos los pocos malos y los muchos buenos, eran profesores de la educación pública. Porque yo fui niño de la educación pública, en el colegio, en el instituto y después de la universidad. Y no creo haber aprendido menos que nadie durante mis años de colegial. Por eso y porque me educaron en libertad, con ideas diversas y divergentes, sin un credo único y sin adoctrinamientos tengo la convicción de que mi hijo estudiará en la escuela pública, con profesores que han aprobado una oposición para poder tener la responsabilidad de educar a esa generación.

Defiendo el modelo público, pero entiendo perfectamente a quien tiene el dinero suficiente para enviar a sus hijos a estudiar a un colegio privado. Lo que nunca llegaré a comprender es ese modelo mixto en el que el dinero de todos sirve para que unos pocos vayan a una escuela que se hace pasar por elitista, con profesores que prefirieron el enchufe a la oposición.

Es un modelo que nació como respuesta temporal a una situación de ausencia de escuelas públicas y monopolio de la enseñanza por las órdenes religiosas. Sin embargo, tras más de treinta años de Constitución no hemos conseguido acabar con ese sistema. Al contrario, el sistema ha engullido a muchos que se llaman progresistas pero tienen a sus hijos en colegios concertados. Y según nos anuncian con los recortes que vienen, se va a debilitar la educación pública para reforzar ese modelo concertado.

Si hay que recortar en educación que sea acabando con los dichosos conciertos. Y si alguien quiere que su hijo vaya al colegio con los hijos de don Fulanito de tal, que lo pague. Y la educación gratuita que sea pública.

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