jueves, 17 de marzo de 2011

On air: La corrupción en una sociedad corrupta

Imagen tomada de estafador.com
En Andalucía acabamos de descubrir la corrupción. De repente, el tema vuelve a la palestra, casi como en los tiempos de Juan Guerra. Es cierto que la Junta de Andalucía ha reaccionado rápido, pero la sensación de que todo está demasiado emponzoñado, sensación que en muchos casos se sabe certeza, vicia el ambiente. Sin embargo, estas cosas no suceden de la nada. En España, en Andalucía y, especialmente, en Cádiz, la corrupción política es hija de la corrupción social.

Una de las cosas que más repugnancia me produce es la corrupción política. El último ejemplo el del recién descubierto de los EREs falsos que salpica, por no decir que embadurna, al PSOE de Andalucía.
Es uno de esos casos que ha superado la disputa partidista y ha alcanzado a la opinión pública para la supuesta vergüenza de la mayoría. Porque tenemos una clase política con muchos casos de corrupción, más de los tolerables en una sociedad honesta. La duda que se nos plantea es si la española y, especialmente, la andaluza, es una sociedad honesta.
Si no conociéramos a muchos trabajadores que no están de alta en la Seguridad Social o que son contratados por dos horas y trabajan ocho. Si no viéramos normal que un fontanero no nos dé la factura. Si nos pareciera mal falsear un curriculum, colarse en el fútbol o en el cine, Si no compartiéramos la calle con aquellos que se dieron de baja alegando una sordera que nadie es capaz de encontrar, probablemente la corrupción nos alarmaría muchísimo más.
Para que haya, al menos, 70 casos de individuos con falsas prejubilaciones no sólo hace falta un político corrupto, sino también un clima social que favorezca y, en muchos casos, aplauda a aquellos que se aprovechan así de las normas. La concepción de que lo público no es de nadie, está demasiado extendida en nuestra sociedad.
Eso por no hablar de los 800 casos en los que la Guardia Civil ha encontrado irregularidades con respecto a las subvenciones de la Unión Europea. 800 empresas sólo en la provincia de Cádiz, un tercio de las que solicitaron las ayudas. Si lo público no es de nadie, con los fondos de la Unión Europea aquí hemos hecho auténticas barrabasadas. Los políticos y los que no son políticos.
La corrupción política debería ser despreciada absolutamente. Los corruptos tendrían que parecernos apestados sociales. Pero nuestra sociedad tolera muy bien estas prácticas porque vivimos en un país de pícaros. En otros lugares un cargo público que es descubierto metiendo la mano en la caja no se le ocurre volver a presentarse. Aquí ha habido, hay y habrá alcaldes prevaricadores que repiten victoria electoral. Presidentes de Diputación que se eternizan en el cargo a pesar de habérselo llevado calentito y presidentes de Comunidades Autónomas imputados que piensan renovar en su cargo. Todos ellos votados por el pueblo. Porque todos decimos que nos indigna la corrupción, pero a la hora de votar, parece que lo olvidamos y así nos va.

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