jueves, 24 de febrero de 2011

On air: Cáncer

Esperanza Aguirre en una imagen de blog.securibath.com

Estos días estoy viendo, aunque no en primera fila, los efectos que a la moral de una persona le ocasiona la detección de un cáncer. Por eso, cuando oí a Esperanza Aguirre, cuando vi su determinación y su optimismo pensé en que sería un buen ejemplo para todos los enfermos de cáncer, porque cáncer ya no es sinónimo de muerte.

A fe de ser sincero, una de las personas que más antipatía me despierta es la Presidenta de la Comunidad de Madrid. En lo ideológico me encuentro en las antípodas de su neoliberalismo económico y su conservadurismo moral. En lo personal, la señora Aguirre no es santo de mi devoción por ese estilo altanero y despótico que alcanza, incluso, a los compañeros de partido. Durante su etapa en el Ministerio de Cultura cultivó una imagen de estupidez que después se reveló sólo una pose. Llegó al poder de una forma bastante opaca gracias al Tamayazo y ha fortalecido a ciertos grupos de comunicación de ultraderecha. De hecho, algunos la consideran la lideresa del Tea Party español y candidata a ser la primera mujer en presidir el Gobierno de España. 
Hace un mes me habría llevado las manos a la cabeza ante la posibilidad de que Espe compita por el sillón de La Moncloa, entre otras cosas, porque me gustaría que la primera mujer en tener esa posibilidad fuera una señora capaz, hecha a sí misma, valiente y luchadora y no una condesa consorte. Sin embargo, a día de hoy me gustaría tener la certeza de que la veré algún día encabezando las listas electorales del PP porque eso significará que le ha ganado la batalla al cáncer.  
El cáncer. Sólo la palabra da escalofríos porque durante muchos años ha sido sinónimo de muerte. El calvario que pasan los enfermos cuando oyen esas seis letras de boca de su médico sólo ellos lo saben. Después vienen otros calvarios: operaciones, tratamientos abrasivos, y algo tan sencillo cómo ver el pelo que se queda en el cepillo y sufrir creyendo que el mañana no llegará, con la de cosas que nos quedan a todos que hacer sobre la tierra, la de charlas que compartir, la de sonrisas que regalar. El día del diagnóstico parece el día del punto y final. 
Sin embargo, se cuentan por centenares los ejemplos de que eso no es así. Todos conocemos a supervivientes del cáncer. En la otra lista, en la de los que encontraron el camino al cementerio por esa vía también tenemos todos algunos jirones de nuestra piel, pero la sociedad avanza y los tratamientos y la detección precoz, contribuyen a que la lista de los supervivientes sea cada vez más nutrida. Por eso me parece un gesto loable que Esperanza Aguirre haya hablado muy clarito sobre su enfermedad, que haya mandado un mensaje a la sociedad de normalización del cáncer. Si los políticos son, en demasiadas cosas, un pésimo ejemplo, al enfrentarse a una situación de este tipo pueden servir de espejo para miles de enfermos.  
Ojalá un día la medicina le haya ganado la guerra a la enfermedad. De momento, sirvan estas palabras para enviar fuerzas a todos esos que, día a día, libran la batalla personal por su vida frente al cáncer. Incluida Esperanza Aguirre. 

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