martes, 5 de octubre de 2010

Un año de opinión

Foto: lasuertesonriealosaudaces.blogspot.com
Esta semana será mi quincuagésima segunda columna en Radio Cádiz o, lo que es lo mismo, llevo ya un año opinando cada jueves sobre lo que se me apetece en la emisora de radio más antigua -y también la más escuchada- de la ciudad.

La verdad que aún no sé porqué me llamó Carlos Alarcón para participar en su programa. Hasta entonces, con Carlos había hablado una vez en mi vida y fue, precisamente, para disentir. Tampoco es que tuviera mucha experiencia en eso de la radio. Unos meses en una tertulia de otra emisora en la que conocí a grandes compañeros pero que acabó como acaban todas las cosas en los países con régimen dictatorial: censurada.

No sé cuáles fueron las razones para que me lo propusieran, pero sí sé cuáles fueron las mías para aceptar. Entre ellas no estaba el dinero, que esto es como lo del blog, de balde. Pero para mí resulta una cuestión secundaria frente al privilegio de poder exponer mi opinión en un programa del que yo era seguidor desde muchos años antes. Más o menos desde los tiempos en los que Manolo Camacho, ahora en Punto Radio, compartía la conducción con Alarcón.

Fue un placer y un honor que me invitasen a participar en el programa más gaditano de la radio difusión mundial en el que se oyen voces con tanta calidad humana como la de Pepe Monforte, el recuerdo de Eduardo Lumpié y la crítica del "azote de San Juan de Dios" Julio Braña. Eso por no hablar de algunos de los que me precedieron como Toñi Asencio, Taite Cortés, José Gutiérrez Somoscarrera o Juan Antonio Delgado, al que valoro en su condición de "sindicalista" y Guardia Civil.

Mucho se comenta en Cádiz el hecho de que Carlos Alarcón, una persona que muestra ideas conservadoras, sea la principal voz en nuestra ciudad de la radio progresista por excelencia en España. Personalmente, sólo puedo decir que, en mi caso, se ha mostrado siempre respetuoso, educado y tolerante con mis apreciaciones. Supongo que muchas de ellas no las compartirá, pero a estas alturas ejercicios de libertad de expresión como ése o como el de abrir los micrófonos a los oyentes abundan poco. De hecho, a mi me enorgullece oír una radio en la que se puede dar tal disensión frente a otras en las que, a poco que saques los pies, del tiesto te han cortado la cabeza. Probablemente, con más socialistas en El Mundo, más peperos en El País y más gente de izquierdas en La Razón, este país viviría bastante más tranquilo.

También quiero aprovechar esta entrada, que con tanto halago esta quedando un pelín empalagosa, para acordarme de Libertad Paloma a la que no conocía hasta hace un año y que siempre se ha mostrado tan amable y cariñosa hacia mi persona. Además, creo que su llegada al programa ha conseguido darle al Hoy por Hoy un toque de actualidad y seriedad que contrasta con la cercanía y la ironía de Alarcón. Sin olvidar a Natalia y a Pedro, que compartió aula conmigo, aunque lo nuestro no fuera como lo del de Telefónica y uno de los cinco peores expresidentes del Gobierno del mundo, porque nosotros no intercambiamos favores sino, como mucho, saludos y consejos de paternidad que me ofrece por su experiencia con Martín.

Evidentemente, no puedo cerrar este resumen sin mencionar a los oyentes. Decía que el Hoy por Hoy Cádiz es uno de los programas más escuchados en la ciudad. Una de las sensaciones más extrañas es la de caminar por la calle y oír tu voz en la radio de un coche aparcado o la del quiosco que está enfrente de Residencia, siempre fiel a la SER. Hay, por tanto, una masa callada de oyentes que se habrán familiarizado, remotamente, con mi nombre. Hay otra masa, enfurecida, que descuelga los teléfonos cuando aún resuenan los ecos de mi voz. En su mayoría son personas con ideas muy distintas a las mías, tirando a pestilentes a naftalina.

Mi madre, a veces, sufre con alguna de las cosas que me dicen. Mi padre me pregunta si vale la pena. Para mí, sí. No estoy dispuesto a ocultar mi opinión porque a algunos pueda no gustarle. Mientras que me dejen seguir diciendo lo que quiero, mientras que cuente con el respeto de los responsables del programa, mientras que nadie me diga sobre qué debo o no debo hablar, así lo haré. Y si algún día se cansan de mí o no me siento libre, tengo este pequeño espacio, que aún está en plena construcción, para seguir gritando mi palabra a los cuatro vientos.

1 comentario:

  1. De mi parte puedes decirle a tus padres que no estás equivocado. Comprendo que a veces molesten ciertos epítetos de los "desaforados de siempre". Pero también importan las felicitaciones por tu valentía y aquí va, extensiva a ellos.

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