sábado, 30 de octubre de 2010

El ejemplo de Marcelino

Marcelino Camacho, megáfono en mano
Ahora que las conversaciones las ocupaban personajes de baja calaña y nula educación, como Dragó y sus japonesas de edad cambiante, el gusto por el cine porno de Antonio Burgos o las fijaciones mentales del alcalde de Valladolid.

Ahora que la derecha, la de siempre, quiere hacernos creer que los sindicatos no sirven de nada, que son sólo un grupo de aprovechados que vive de la sopa boba, que los trabajadores se bastan solos para defender individualmente sus derechos.

Ahora que esos mismos quieren reescribir la historia, que nos quieren hacer comulgar con las ruedas del molino de una España en la que nunca hubo una guerra, que el golpe de estado fue un levantamiento democrático, que los dos bandos sufrieron igual, que nunca hubo tortura ni presecución.

Ahora que el capital ha conseguido domar, doblar y domesticar a la mayoría de los trabajadores, temerosos, cautivos y desarmados por la amenaza visible y presente del frío que pasa un obrero sin trabajo bajo la pesada losa de los plazos de la hipoteca de un apartamento que construyó ese mismo capital para su enriquecimiento y la explotación de otros obreros..

Ahora que nadie habla de la justicia social. Ahora que a la paz le salen guerras preventivas. Ahora que la libertad la quieren hacer pasar por duradera los que no nos quieren ver libres.

Ahora, justo ahora, se ha muerto Marcelino Camacho. Un buen hombre, ejemplo de algo que se echa tan en falta ahora, de coherencia, de valor, de honradez y de humildad.

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